Textos de la exposición
TODOS LOS CAMINOS
Ha habido algún momento en la historia en que el arte, o el Arte, haya
disfrutado de una libertad tan ancha, tan incondicional como la de ahora? Disfrutado
o sufrido: cuando no hay normas, ni jerarquías, es fácil moverse
con agilidad, pero también perderse, porque muchas veces los límites
no son constricciones, sino normas sobre las cuales el talento individual puede
crear con algo menos de sobresalto. No hay límites, y tampoco hay fronteras,
entre otras cosas porque el arte, a diferencia de la literatura, no depende
de una lengua. Vivimos en tiempos de cerriles pasiones nacionales, incluso
comarcales, pero para bien o para mal la mayor parte de nuestras referencias
son casi idénticas en cualquier sitio del mundo, y así se da
la paradoja de que en las escuelas se fomenta el paletismo más cutre
del “entorno inmediato” –ay, el entorno- y al mismo tiempo,
al salir de ellas, los chicos se ven confrontados con una cultura que es idéntica
en España que en Australia, en Jaén que en Carolina del
Norte.
Las primeras vanguardias del siglo XX –que ya es el siglo pasado, no debe olvidarse-
rompieron con el espacio visual e ideológico que se había trasmitido
casi intacto desde el Renacimiento, y cuyo eje era la perspectiva lineal. Previamente,
Manet había dinamitado las reglas del decoro, con una audacia que hoy
parece menos evidente, pero que en su época causó escándalo,
según nos recuerda Anthony Julios en un libro (“Transgresiones”,
editorial Destino) que me parece fundamental para saber en qué punto
estamos, en la historia del arte, y cómo hemos llegado hasta aquí.
Manet representó desnuda a una prostituta, sin darle al desnudo la legitimidad
del acabado académico ni de la coartada mitológica, y pintó a
Cristo muerto como a un hombre común muerto, y a los ángeles
que lo sostienen no como ángeles, sino casi como empleados de
una funeraria.
Cézanne,
y tras él Picasso y Braque, rompieron el cubo ilusorio de la perspectiva
lineal. Kandinsky y Mondrian quisieron liberar la pintura de cualquier referencia
figurativa, y los surrealistas de las convenciones de la razón consciente.
Tanta agitación culmina, paradójicamente, después de medio
siglo, en una especie de ortodoxia, dictada por el expresionismo abstracto
norteamericano, y traída a nosotros –en los tiempos en que aún
había fronteras, y en que el arte viajaba más despacio- por los
pintores de El Paso. La pintura, para ser consecuente y moderna, tenía
que ser abstracta. Había, desde luego, pintores figurativos, pero o
bien se les valoraba por lo que tenían de abstractos –Bacon, por
ejemplo- o se les desdeñaba sin más como a excéntricos:
Freud, Balthus.
Sin duda fue el Pop el que rompió, no sin grandes resistencias, esta ortodoxia
de la abstracción, que fue la última de todas, por ahora. El
pop volvió a introducir en el arte no sólo la figura, sino también
el descaro, y recobró la vieja intuición de Marcel Duchamp de
que cualquier objeto, adecuadamente colgado en una galería, podía
recibir la calificación de obra artística. La sopa Campbell o
los paquetes del detergente Brillo de Andy Warhol son herederos del urinario
de Marcel Duchamp, y las reproducciones agigantadas de viñetas de tebeo
de Roy Lichtenstein recuperan en el fondo las páginas de periódicos
baratos que pintaban los cubistas en sus bodegones, sus papeles pintados
imitando madera.
Acusar al Pop de frivolidad es ridículo, ya que la frivolidad es un elemento constitutivo
de esa estética. La frivolidad o la desenvoltura de darse cuenta de
los valores visuales de la cultura de masas, la generosidad de percibir la
belleza de las cosas más triviales y al alcance de cualquiera, de ampliar
así infinitamente el espacio de la percepción y la creación
artística. El pop no es una nueva ortodoxia: es la celebración
feliz de casi cualquier tendencia, una invitación a mirar el mundo
sin anteojeras, lo cual es un anticipo de lo que se ha llamado la postmodernidad.
De pronto, cualquier obra puede ser disfrutada y valorada, sin necesidad de que pertenezca
a una escuela. Lo mejor del pop no es que nos invite a rechazar a Rothko, por
ejemplo, en beneficio de Andy Warhol, sino que nos anima a una libertad de
mirada y de espíritu que nos permita disfrutar de los dos. Sin el pop,
pintores tan valiosos como Edward Hopper seguirían teniendo la calificación
de menores, o de marginales. En cualquier período de la Historia del
arte se puede encontrar la belleza, de modo que el pasado se convierte en presente,
porque esa frontera también se rompe. Pero, ¿ no la había
roto ya Picasso, al apropiarse según su capricho de cualquier modelo
o ejemplo, de Velázquez y de Ingres y de las máscaras africanas
y los dibujos lineales de las vasijas griegas? ¿No había roto
Picasso cualquier diferencia entre lo alto y lo bajo, entre lo artístico
y lo vulgar, al hacer una cabeza de toro prodigiosa yuxtaponiendo el sillín
y el manillar de una bicicleta?
En las últimas décadas la libertad gozosa del pop se ha convertido con frecuencia en
desorientación. Si no hay puntos de referencia, ¿cómo
pueden establecerse juicios certeros de valor? Y, si ya no hay una ortodoxia, ¿cómo
envanecerse de la presunta audacia de la trasgresión? La rebeldía
lo es siempre contra una norma establecida: por eso, en una cultura en la que
las normas estéticas ya no existen, es de sentido común que nadie
puede reclamar para sí la legitimidad de la rebeldía.
En ese espacio sin normas obligatorias y sin fronteras se mueven los artistas que participan
en esta exposición. Son de Jaén, pero podían ser de cualquier
otra parte. Cada uno sigue una estética, pero igual podrían elegir
cualquier otra, y eso no limitaría en principio el valor de sus trabajos.
Si acaso, lo que los une es una fidelidad a técnicas y soportes que
ya se han vuelto clásicos, y en ocasiones hasta raros, la pintura y
la escultura, y eso los sitúa en una cierta tradición que durante
unos años casi quedó arrinconada por las tentativas de establecer
nuevas ortodoxias, en este caso la ortodoxia de las instalaciones, que se han
convertido en gran parte en el nuevo arte oficial: un arte oficial tan aparatoso,
tan previsible, por cierto, como la pintura histórica del siglo
XIX.
Desde las galerías neoyorquinas de Chelsea hasta los stands del último
Arco se observa un regreso a la pintura y a la escultura, o al menos una renovada
atención a ellas. En ese espacio de modernidad ya convertida en tradición,
y de amplitud de campo para la experiencia y el gusto individual, se mueven
estos cinco artistas, cada uno con sus lealtades y sus influencias personales,
con una tradición elegida de acuerdo con sus propósitos.
En Gaspar
Cortés Zarrías la figura humana tiene la aspereza
un poco amenazante de los cuadros de Bacon, los rasgos borrosos y las
bocas carnívoras. Cayetana
García Pérez ejerce un realismo cuyas referencias
visuales están muy enraizadas en su propia tierra, pero también aluden
a modelos internacionales, y sobre todo al ejemplo mayor de Velázquez
y de los pintores de “trompe d’oeil” del barroco: la historia
del arte es un presente eterno y simultáneo. En un grifo modesto, en
una cántara de latón, intuimos la huella de Antonio López
García: pero un campesino sólidamente delimitado por la
luz cenital roza lo abstracto.
En otros
tiempos, había que ser figurativo o había que ser abstracto: Juan
Moral hace sus esculturas en un espacio ambiguo en el que
figuración
y abstracción se complementan, en lugar de negarse, de modo que Rodin,
Picasso, Brancusi y hasta Giacometti pueden andar muy cerca los unos de los
otros, como en las bellas formas escultóricas de Rafael Perales.
El rastro americano –Richard Estes no anda muy lejos- se vuelve
mas descarado en José Ríos, que pinta
las perspectivas de las calles sombrías del Bajo Manhattan y cementerios de coches que podrían
estar en un desierto de Arizona o de Texas, pero que están, sin la menor
duda, en páramos andaluces.
Cinco artistas, cada uno a su manera, ejerciendo en libertad su visión del mundo y de
la historia del arte, reúnen sin proponérselo un compendio no
ya de lo que está ocurriendo ahora mismo, sino de los posibles caminos
que lejos de cualquier ortodoxia y en medio de la desordenada y también
gozosa confusión cada pintor o escultor ha de encontrar para sí mismo,
su único camino posible.
ANTONIO MUÑOZ MOLINA
CINCO ARTISTAS DE
JAÉN
De donde el aceite de oliva y el paraíso interior. Pero eso pertenece
a otras sensibilidades e intereses, a los del paladar o el turismo. Los
estímulos que provocan a estos artistas pertenecen a otras historias:
más densas que el aceite, más interiores que el paraíso.
Son otras las miradas y las moradas donde habita el artista, otras las
texturas y posturas desde las que proclamar la verdad, porque el arte,
como decía María Zambrano, "es la revelación
de la verdad más pura".
Seis artistas o filosofías -el arte no es arte si no supone una
traducción de la realidad desde las estética pero también
desde la ética- que exponen, sus tesis reflexiones y sentimientos,
utilizando diferentes lenguajes en diferentes soportes 'y con diferentes
medios. Pero a pesar de esas diferencias, hay puntos de vista y unos
posicionamientos que al ínterseccionarse aún más
en la realidad, la hacen más plena.
Con Gaspar Cortés el pincel
se adentra más allá de la piel, se encarna en expresionismo
desgarrador, hasta. descubrimos la verdadera humanidad, libre de adherencias
y ropajes ocasionales. La figura humana se vela o se intuye unas veces
y, en la mayoría, sobresale como si quisiera tomar formas y actitudes
escultural. Incluso el movimiento pierde la accidentalidad del instante
para consolidarse en su esencia, en su dirección. La luz produce
rozaduras, raspaduras, desgarra la costra de las heridas y manan borbotones
de gritos sanguinolentos desde lo más profundo de un eco ovalado
y oscuro: el alma se desangra, el hombre es un ser sustancialmente roto,
herido. Entre el nacer y el morir hay un diapasón de dolor.
Cayetana García, única
mujer en esta exposición oriunda de Jaén pero desarrollando
su experiencia artística más asiduamente en Granada, pliega
su pincel, lleno de luces y ocres, entre los recovecos de las telas,
los huecos apilados de la cerámica, o las arrugas tensas que tiran
de la miseria mientras se hunden en el surco donde la sombra toma la
medida de la sepultura. La atmósfera que rodea a los temas de
su pintura aparece unas veces cálida, otras ardiente. Entre los
pliegues de sus temas de su pintura se relata una historia de
reflexivas soledades y meditaciones, se intuyen quietas esperas, se escuchan
largos soliloquios y se adivina la presencia humana todavía caliente
en la huella de los objetos.
El pincel de José Ríos nos
muestra con un realismo y una crudeza a pie de acta notarial, el devenir
del tiempo, la huella que existe entre el estreno y el desguace. El acta
de todo nacimiento lleva anexa una nota marginal donde certificar su
futura defunción. La vida aparece como el espectáculo circulatorio
que hay entre dos eternidades, la nada del antes y el misterio
del después consumiéndose en el abandono.. El andamiaje
sobre el que se levanta la existencia (de unos sobre otros) acaba siendo
catafalco donde los "ríos van a se acabar". Se desvanece
la arquitectura del orgullo y los más fraguados sueños
de trascendencia quedan reducidos a esqueletos de chatarras, oxidados
tras la erosión creciente del olvido.
Juan Moral es un artista polifacético
e innovador, cuyas propuestas lo convierten en un singular pintor, escultor
y arquitecto. Como el pintor hace con el pincel, Juan incrusta
en sus cuadros los minerales , al tiempo que construye una arquitectura
miniaturista, casi de orfebrería, donde cada piedra cada pincelada,
toma vida en la sociedad que conforma la materia, lo mismo que las palabras
adquieren su plenitud cuando se engarzan en el discurso de la frase.
Estas "sugerencias orgánicas", esa sinfonía de
materiales no pigmentados, logran que la inmanencia de la tierra nos
conduzca hacia veladas transcendencias. Pétreo puntillismo escultórico
donde la piedra se eriza, arrulla, susurra; se hace puzzle, mosaico,
pétalo.
Las esculturas de Rafael Perales se
nos muestran tremendamente pulidas, elegantes, sensuales. Sus reflexiones
del mundo femenino nos descubren formas muy depuradas que no descienden
ni paran mientes en detalles de contingencia. No sujeto ni a la cronología
del realismo ni a la mudez de la pura abstracción, Perales va
estilizando su texto escultórico hasta quedarse como los elementos
esenciales del fondo y de la forma, en un equilibrio de estéticas
sugerencias. Huecos de maternidades que esperan o se fueron, curvas voluptuosas
que se expanden ( o se recogen) concéntricamente, velocidades
borrosas, conjugación de tiempos cóncavos y convexos que
van modulando toda una traducción intimista del ser femenino.
Cinco artistas que en esta exposición nos ofrecen
una antología de sus trabajos más recientes, más
representativos de sus planteamientos y trayectoria artística.
Páginas de pintura y escultura que les van a permitir a ustedes
leer, saborear y extraer las muchas calidades que expresan más
allá del torpe deletreo que propone esta introducción.
JOSÉ ROMÁN GRIMA
Prensa
Diario de Cádiz
Cultura, 10 de abril de 2003
ARTISTAS PLÁSTICOS JIENNENSES
MUESTRAN SU OBRA EN EL PUERTO DE SANTA MARÍAPUERTO
DE SANTA MARÍA
Esta
tarde, a las ocho y media, se inaugura en la sala cultural Alfonso X El Sabio
de El Puerto de Santa María la exposición que recoge una buena
muestra de la obra de cinco artistas jiennenses, concebida como un preámbulo
netamente cultural al homenaje festivo que la Feria de este año
le dedica a la ciudad de Jaén.
La idea partió de la promotora cultural Carmen Morales y fue acogida por
los ayuntamientos de El Puerto y de Jaén, que junto a la Diputación
de esa provincia han financiado el proyecto. Rafael Perales Jódar, Gaspar
Cortés Zarrías, Cayetana García Pérez, Juan Moral
y José Ríos exhiben en esta exposición cerca de un centenar
de obras: pinturas, dibujos y esculturas, que resumen los rasgos más significativos
de su quehacer artístico. «Son artistas -afirma Carmen Morales-
con una consolidada trayectoria no sólo dentro de la provincia de Jaén,
sino también a nivel nacional e internacional, como es el caso del escultor
y arquitecto Juan Moral, cuya obra ha recorrido medio mundo y forma parte del
paisaje urbano de varias ciudades».
Formatos, técnicas y estilos diversos
coinciden en esta exposición, a la que Moral acude con una serie
de piezas que muestran su aportación a la nueva plástica
española, como pionero en la utilización de materiales pétreos
para sus composiciones pictórico escultóricas, con una sensibilidad
decididamente innovadora. A ellas se suman las esculturas en las que Rafael
Perales logra arrancar al bronce y al mármol todo el suge rente
movimiento de la figura femenina.
José Ríos aporta a esta exposición una muestra
de sus pinturas enmarcadas en el estilo hiperrealista norteamericano, con
temática de paisajes urbanos de las grandes ciudades de Estados Unidos
y chatarras y otros objetos de desecho transformados por su pincel en objeto
de arte. En la misma co rriente hiperrealista, pero con una técnica
de texturas gruesas se sitúa la pintura de Cayetana García
Pérez, de una gran calidez basada en un cromatismo básicamente
sobrio pero asombrosamente rico en matices. El también pintor Gaspar
Cortés presenta una obra caracterizada por un expresionismo desgarrador
en el que profundiza en la esencia del ser humano, a través de la
utilización de técnicas mixtas en las que incorpora al óleo
materiales como tierras o polvo de mármol.
ANA R. TENORIO
Diario Jaén
Revista,
16 de abril de 2003
Texto: María Aldea Bustos
Foto: Lucas Contreras
EXPOSICIÓN ORGANIZADA POR LA ASOCIACIÓN
INDECU CON EL PATROCINIO DE LA DIPUTACIÓN Y EL AYUNTAMIENTO.
ARTISTAS PLÁSTICOS JIENNENSES EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA
El Centro
Cultural" Alfonso X El Sabio" gaditano acoge la obra escultórica
y pictórica de Gaspar Cortés Zarrías, Cayetana
García Pérez, Juan Moral, José Ríos y
Rafael Perales.
Arte viajero en tierras
gaditanas. Artistas plásticos de Jaén que se muestra en
el centro Cultural Municipal Alfonso X El Sabio de El Puerto de Santa
María ha sido coordinada por la Asociación Cultural para
la Promoción y Desarrollo de Artistas Plásticos (Indecu).
dirigida por Ruth Freckmann de Grosso y Carmen Morales López y cuenta
con el patrocinio de la Diputación Provincial y el Ayuntamiento
de Jaén.
La exposición, abierta hassta el domingo dia 20 de abril reúne
parte de la obra de los artistas: Gaspar Cortés Zarrías. Cayetana
García Pérez, Juan Moral. J. Ríos y Rafael Perales. La iniciativa
está concebida como un preámbulo cultural al homenaje festivo que
la feria del Puerto de este año piensa dedicar a Jáén. La
idea de la exposidón surgió de Freckmann de Grosso y Morales López
y logró una magnífica acogida en el Ayuntamiento de El Puerto y
en la Diputaci6n y Ayuntamiento Jiennenses. En total, se exhiben un centenar
de obras; pinturas, dibujos y esculturas, que ofrecen una idea clara del quehacer
artistico de los cinco participantes. Formatos, técnicas y estilos variados.
Moral un artista polifacético e innovador, como afirma J. Román
Grima en la presentad6n del programa,aporta piezas singulares. cuadros y esculturas.
en la que aparece su pecuIiar forma de tratar minerales y piedras. Perales. por
su parte presenta obras tremendamente puIidas, elegantes y sensuales. En el caso
de Ríos el visitante se encuentra con obras de gran realismo y crudeza.
García Pérez acude a la ex posición con una pintura de reflexión
y meditaciones y Cortés Zarrías con un expresionismo desgarrador
libre de adherencias y ropajes ocasionales. Una buena embajada cultural de Jaén
en Cádiz.
ÁLBUM DE LA EXPOSICIÓN
Para verlas ampliadas pincha en cada
foto:
Vista general de la exposición:
Vista
de las obras de
CORTÉS ZARRÍAS
Vista de las obras de JOSÉ RIOS
Vista de las obras de
RAFAEL PERALES
Vista de las obras de CAYETANA GARCÍA
Vista de las obras de
JUAN MORAL